30 de octubre de 2012

La Rana que no se rindió...


La rana que no se rindió… 

En el nombre del Padre…

Breve ambientación
A veces podemos pensar que tener una dificultad para oír, hablar, o física, puede ser un límite. Pero los mayores límites vienen de no creer en nosotros mismos. Vamos a escuchar una historia que nos hace comprender bien que el límite viene de fuera más que lo que no podamos hacer o de nuestras limitaciones físicas. 

Para comprender mejor… Una historia de ranas
Un grupo de ranas iba de viaje por el bosque cuando dos de ellas cayeron en un profundo pozo, de donde era casi imposible salir. Las dos ranas comenzaron a dar saltos, pero todo su esfuerzo era en vano. Las que habían quedado en la superficie les gritaban desde arriba que no se esforzaran más, que todo su empeño resultaba inútil y que se resignaran a morir. Una de ellas les hizo caso, dejó de saltar, se desplomó y murió. La otra, en cambio, seguía dando saltos cada vez más altos, mientras las de arriba le gritaban más fuerte con grandes aspavientos para que dejara de hacerlo. No obstante, la rana siguió saltando y saltando hasta que logró salir del agujero.

Cuando recobró el aliento, agradeció a las otras ranas por haberle estado animando sin descanso desde arriba, ya que gracias a su apoyo pudo superarse a sí misma y alcanzar la meta. Sus compañeras quedaron sorprendidas por sus palabras, pero lo entendieron cuando se dieron cuenta de que la rana era sorda.

Reflexión
Muchas veces nos ocurre lo que a la rana: la gente que nos rodea, lejos de animarnos a conseguir nuestras metas, con buena fe o no tan buena, nos desalienta, nos grita para avisarnos de que es imposible, que es demasiado para nosotros, que nos conformemos con lo que hay, que nos resignemos a lo que todo el mundo hace y a lo que todo el mundo piensa. El primer paso para convertir una dificultad en insuperable es creer que no se puede superar. 

Hay que autoconvencerse de que se puede, para ello hay que desoír los gritos del pesimismo y escuchar el corazón, que no sabe de límites. Tienes que aprender a diferenciar qué voces hay que escuchar y cuáles no. No te dejes vencer por los que no quieren que triunfes. Y demuestra con tus obras la fe que tienes en ti, y en Dios, que tu forma de actuar haga ver que no tienes límites. Construye sobre roca… 

Lectura Bíblica: Lectura del Evangelio de Mateo (Mt 7,16-18)
«Por sus frutos los reconoceréis. ¿Se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Un árbol sano da frutos buenos, un árbol enfermo da frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos ni un árbol enfermo puede dar frutos buenos.» Palabra del Señor

Oración
Ponemos el día en manos de María. Dios te salve, María... 

María Auxiliadora de los Cristianos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario