25 de octubre de 2012

XXX Domingo del Tiempo Ordinario - 21 de octubre de 2012


"...recobró la vista y lo seguía por el camino"

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 10, 46-52

«En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: Hijo de David, ten compasión de mí. Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: Hijo de David, ten compasión de mí. Jesús se detuvo y dijo: Llamadlo. Llamaron al ciego diciéndole: Ánimo, levántate, que te llama. Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: ¿Qué quieres que haga por ti? El ciego le contestó: Maestro que pueda ver. Jesús le dijo: Anda, tu fe te ha curado. Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.» Palabra del Señor

Comentario Bíblico

En este domingo se aborda un tema muy interesante para la comunidad creyente: la ceguera y sus efectos. La interpretación del Evangelio de Marcos en este pasaje siempre ha hecho referencia a la fe y al seguimiento de Jesús. Marcos nos hace una invitación a relacionar la ceguera con la falta de fe y para ello construye muy bien la escena. 

El ciego, lo es de nacimiento y además era alguien conocido en el entorno, "el hijo de Timeo" dice el evangelista. El caso es que hay un antes y un después, hay una situación inicial en la que esta persona aparece con una serie de características: 
  • Está ciego
  • Está en el borde del camino, en el margen
  • Está pidiendo limosna
  • Nadie le hace caso
  • Ha oído hablar de Jesús
Su insistencia proverbial es lo que hace que Jesús le haga caso, incluso aunque los demás "le regañaban para que se callara", él insiste y eso que solamente conoce a Jesús de oídas y en el encuentro con Jesús, se da cuenta de que lo que quiere hacer es "ver". Jesús relaciona directamente el ver con la fe. Solamente su fe es lo que puede hacerle ver. 

El encuentro es esclarecedor y la situación final, para el "ciego" ha variado sustancialmente: 
  • Ya no está ciego
  • Ya no está en el borde, sino que "le seguía por el camino"
  • Ya no necesita pedir limosna porque su vida ha dado un giro
  • Pasa a formar parte de la comunidad, por lo que le tratan como hermano
  • Se pone en camino para conocer a Jesús. 
La cuestión es... ¿en qué lugar del camino estamos nosotros? ¿Estamos en el margen? Muchos de nosotros hemos oído hablar de Jesús, pero no nos hemos atrevido a tener un encuentro con él que pueda cambiar nuestra vida. 

La clave está en que el ciego quiere ver. Dice un refrán castellano "no hay peor ciego que el que no quiere ver". Y a veces nos resulta más fácil no ver, no mirar porque cuando miramos en profundidad nos comprometemos. La técnica del "avestruz", la de esconder la cabeza es la que se lleva más, porque es como si no nos comprometiera pero por mucho que "no miremos", la realidad sigue su curso esperando que nosotros la iluminemos con nuestra luz... ¿Seremos capaces de ver, de pedir a Jesús, "que podamos ver" para pasar nuestra luz? 



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