14 de febrero de 2014

El núcleo "duro" del Amor

Un Amor auténtico, sincero...

Probablemente en este día 14 de febrero a casi todos se nos llene la boca de la palabra amor. Me parece que es una palabra que en muchas ocasiones está infravalorada y de tanto usarla, como decía la canción "se nos ha roto". 

Unos lo han roto con intereses comerciales, como si el amor fuera cosa de un día y los regalos pudieran suplir días y temporadas de desamor; otros lo han roto porque predican , hablan, educan, publican, "tuitean".... sobre el amor, pero en su día a día no son capaces de amar ni de ejercitar el rostro compasivo del amor que es el perdón... 

El núcleo duro del amor es descentrarse. Suena demasiado reflexivo, quizá demasiado privado del sentimentalismo que se vende hoy, pero es que estoy convencido de que el amor de verdad tiene poco de "romántico" aunque me cargue mil topicazos con una sola palabra. Descentrarse...

¿Qué es descentrarse? Pues levantar la vista de lo que yo necesito, quiero, demando, espero y poner el centro en otros, en el otro, el OTRO, o la Otra... Es curioso que, como sabiamente dijo Jesús, que sabía mucho de lo humano, tanto que era divino, "el que da su vida la gana". Solamente las personas que han experimentado, aunque sea fugazmente, ese amor que es DARSE, son capaces de entender que la lógica del amor es que cuanto más das, más te llenas. 

Y es que el amor es así. Solamente cuando uno se descentra de su propio orgullo, de su necesidad de reconocimiento, de sus propios proyectos de Ego insatisfecho, de sus expectativas frustradas, es capaz de vivir un amor que es entrega. Descentrarse hace posible el núcleo duro del amor cristiano: "Amad a vuestros enemigos, rezad por los que os persiguen." (Mt 5, 44); descentrarse hace posible demostrar el amor más grande: "Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los amigos" (Jn 15,13), solamente con un amor que se descentra se puede encontrar al mismísimo Dios: "Si uno dice que ama a Dios mientras odia a su hermano, miente; pues si no ama al hermano suyo a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve." (1Jn 4,20)

Un amor de pareja que no está descentrado, un amor de padre o madre que no está descentrado no dejará de ser un sucedáneo malo como el chocolate con mucha leche y poco chocolate, que parece chocolate pero no lo es nada más que por fuera. Un amor no descentrado, es un amor que en el fondo está más pendiente de recibir que de dar. Solamente el que se descentra puede amar, así que el amor no solo tiene de sentimiento, sino también de matemáticas porque el lugar de los puntos que equidistan del centro no es una curva cerrada, sino abierta...

El núcleo duro del amor es descentrarse. Un amor así merece dar la vida por él, un amor tan sincero, un amor en el que el centro es el otro, es un amor por el que merece la pena entregarse. Uno solo es mi deseo: aprender a descentrarme.


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