23 de febrero de 2014

Desayuno Solidario por Madrid

Algo más que un desayuno…

Paco, Raquel, Rubén, Pedro… Son los nombres de algunas de las personas que por diversas circunstancias en su vida tienen la calle por hogar. Alcohol, situaciones injustas, pérdida de trabajo y redes familiares muy dañadas son algunas de las causas que les han ido haciendo perder todo y buscar un hueco en las aceras donde poder sentir algo de seguridad…


Como cada dos domingos, un grupo de profesores, alumnos y antiguos alumnos de nuestro colegio acompañados por las Salesianas, abren su corazón estas historias y caminan por las calles de la zona de Príncipe Pío, dando algo caliente, pero sobre todo una conversación cálida que pone el acento en la escucha activa, de la que todos estamos tan necesitados, pero estas personas más. Hoy he podido participar y ser testigo de esta experiencia. 

 “Me han quitado todo menos mi dignidad”, nos decía una chica de República Dominicana que al perder su trabajo y no tener “los papeles” para poder vivir en España, se ha visto obligada a vivir en la calle y acercarse al albergue de San Isidro donde puede recibir una comida y una cama si cumple ciertas normas. 

El recorrido parte de la Estación de tren de Príncipe Pío y va dando una vuelta por el barrio, repartiendo sonrisas, escucha y algo dulce y caliente. Algunos rostros miran nerviosos, sin saber hablar mucho en español, como el de Dani, que nos cuenta su vida intercalando algunas palabras en ruso. Vidas rotas, que a pesar de todo no pierden la sonrisa. Cuando Dani escucha unas palabras en ruso por parte de uno de los del grupo, la cara se le ilumina porque en el fondo echa de menos su tierra y por un momento pasan por delante de él los recuerdos de su hogar, su familia, y también los problemas, el alcohol, la droga, el abandono. Solamente quiere algo para darle a su chica, no quiere más…

Entre conversación y conversación, los más jóvenes del grupo, los alumnos y antiguos alumnos van pensando en su propia vida, en qué es lo que hace que una persona tenga que ir a la calle, en lo importante que es la dignidad humana y fácil y efímero que es el tener cosas… Alguno se ve a sí mismo, de otra manera pero teniendo que ir a otro país a estudiar por la situación del nuestro… Yo he estado pensando en personas significativas en mi vida que podrían estar así y en mí mismo, ya que muchas veces lo que separa a una persona que tiene futuro de otra que no lo tiene, es simplemente una nómina. 

Durante la mañana, poco a poco el desayuno se va haciendo solidario, porque solidaridad no es solamente dar, también es recibir y estas personas nos dan desde una canción como Paco, que recuerda su Córdoba, sultana y mora con lágrimas en los ojos cuando se acuerda de su madre, hasta una lección de fuerza y dignidad humana como Raquel, que duerme en la calle y sobrevive como puede a un cáncer que aunque cada día le hace estar más débil, no le roba las ganas de seguir luchando. También Rubén nos da una lección para la vida: “Hay que estar dispuesto a aprender de todos, también de los jóvenes. Ellos han vivido cosas que yo no he vivido y por eso me pueden enseñar, igual que yo a ellos, que puedo enseñar desde mi experiencia”. 

Esta actividad es de esas que enseñan para la vida. El desayuno solidario es mucho más que un desayuno, te abre los ojos y el corazón para agradecer tu situación y acoger al que está en la calle, no con teorías, sino con experiencias duras y lecciones de fortaleza vital. ¿Alguien se apunta?  

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