17 de julio de 2014

"Problemas" del Primer Mundo (4): Expectativas no cumplidas

Sentirse frustrado en un mundo lleno de oportunidades

   Creo que no sabemos dialogar bien con la frustración. Nos educan para el éxito y no para el fracaso. Como profesor creo que en muchas ocasiones también actúo así. Quizá porque yo mismo soy hijo de mi tiempo y es muy difícil dar lo que no se tiene. Por eso mismo la frustración es uno de los "problemas" más curiosos que nosotros mismos nos creamos y del que solamente nosotros podemos salir. 

La mayor fuente de frustraciones viene de las expectativas no cumplidas. Me explico, a veces ante una relación, una persona, una situación o ante un objeto que nos produce buenas vibraciones generamos la creencia irracional de que siempre va a ser así, como a nosotros nos gusta. Que la persona, la relación, la situación o el objeto van a responder como nosotros queremos  y cuando nosotros queremos... Y a veces porque nosotros mismos nos engañamos pensando que es así, o porque da la casualidad que se dan tres respuestas como esperamos, generamos expectativas condenadas a no cumplirse. 

Lo que ocurre es que es irracional esperar que todo siempre salga y marche como yo quiero. Es una creencia irracional que se nos mete hasta la médula y nos venden por todos lados: la comodidad es lo que te hace sentir bien. Pero la vida nos sitúa y nos pone los pies en la tierra: la mayor parte de las veces nuestras expectativas no se cumplen. Así es como aparece la peor de las frustraciones porque además suscita en nosotros dos tipos de respuestas emocionales, la externa que se identifica con la ira y el enfado y la interna, que se identifica con la tristeza y la depresión... 

Además esto es directamente proporcional, a más expectativas sobre algo o alguien que no se cumplen, más intensidad en los sentimientos (aunque depende de personas, que "ca uno es ca uno").  En cualquiera de esos estados intensos de ánimo es muy complicado razonar, antes hay que calmarse. Elsa Punset afirma que cuando nuestra propia ira nos enajena, nos dismuye el Coeficiente Intelectual (CI), así lo explicó en el programa "Para todos La 2". Lo mejor es calmarse tratando de conectar con nuestra racionalidad más íntima y después deconstruir las expectativas irracionales. 

No hay nada más injusto que arremeter contra alguien, generalmente al que queremos y que nos quiere, aunque no sea como nosotros queramos que nos quiera (parece un trabalenguas pero es la pura realidad), pues eso que no hay nada más injusto que arremeter contra alguien porque no ha cumplido las exigencias que yo mismo me he pactado conmigo mismo sin contar con él o ella. Además lo que suele pasar es que la persona que recibe la carga de profundidad emocional, como no ha estado presente en el proceso de creación de expectativas, suele quedarse descolocada y por lo tanto el golpe es mayor. 

Creo que es algo que no podemos evitar. Cuando estamos a gusto con alguien o con algo, nos gustaría que fuera "para siempre" y así es como surge la idea irracional de que todo tiene que ser siempre como yo quiero. Supongo que la clave está en pararse, analizar lo irracional del comportamiento y tratar de buscar la manera racional de reconstruir la relación. Aunque muchas veces con un "lo siento" se arregla poco, merece la pena intentarlo e ir metiendo racionalidad en las expectativas. 

Otra cuestión interesante es aprender a convivir con la frustración y enseñar a perder. No sé qué es más educativo, sinceramente. Cuando educamos para el éxito estamos jugando con fuego. Normalmente en el podio caben tres y hay otro grupo bien grande que se queda fuera, así que aunque sea por estadística, lo normal es quedarse dentro de los puestos menos relevantes. En las grandes empresas, en nuestro día a día e incluso en nuestro grupo de iguales, solamente hay hueco para un número limitado de líderes. Así que de nuevo la estadística nos hace darnos cuenta de que lo "normal", también como concepto matemático, es estar dentro del montón... ¿Se puede vivir siendo feliz y sin que la frustración sea un lastre? Pues sí, de nuevo la estadística lo demuestra: no todo el mundo que es feliz es jefe, número uno o está en el top five de millonarios. 

Creo que desde el punto de vista educativo, educar para la frustración, para que los suspensos, los fracasos y los cuartos puestos no sean un drama, es una llamada urgente. Pero para eso, antes debemos asumir nuestra condición y descubrir en la frustración un elemento educativo que nos hace ver que para ser feliz no hace falta que todas nuestras expectativas se cumplan. 

Tener expectativas es racional y forma parte de nuestra condición humana, además, el no conformarse con la realidad tal como aparece, sino esperar algo más y hacerlo posible es la fuente de todo progreso (personal especialmente). Pero exigir que esas expectativas se cumplan, especialmente aquellas que no dependen de uno mismo, es inmaduro, infantil y fuente de frustraciones complicadas de "curar". Asumir la frustración es por tanto, fuente de felicidad.  

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