18 de noviembre de 2014

Vocación Cristiana y símbolos de esta sociedad

El Microondas, el Kleenex y la Aspirina


Andamos a vueltas en mi colegio con el tema de la vocación y cómo ayudar a nuestros alumnos a encontrarla. Descubrir la propia vocación no es una tarea sencilla… Especialmente porque eso de "vocación" no llama la atención hoy en día, suena a cosas de curas y monjas y sobre todo a esfuerzo...

¿Cómo presentar un camino de realización personal que tiene que ver con la felicidad, pero en muchas ocasiones no con la alegría? Vivimos en un mundo que es un poco "antivocacional", en el que los tres símbolos que triunfan son el MICROONDAS, KLEENEX y la ASPIRINA y los adultos somos los primeros que los usamos en nuestro día a día.

  • El MICROONDAS nos habla de comida rápida, de velocidad, de hacer las cosas sin mucha reflexión. Y sin embargo la vocación exige tiempos a “fuego lento”, más bien horno de leña, en el que hay que poner especial cuidado en preparar bien las brasas, el esfuerzo merece la pena porque el asado sabe a felicidad. Buscar la vocación personal exige momentos de reflexión personal buscando el sentido de tu vida… sólo en la “brisa suave” del silencio habla Dios…  

  • El KLEENEX representa el compromiso de “usar y tirar”, las relaciones no duraderas, las que no me satisfacen, el ir de “flor en flor”… mientras que la vocación exige un pañuelo de tela, de los que duran toda la vida, de los que si se manchan, se lavan en la lavadora, de los que están bordados a base de ratos concienzudos de entrega cotidiana… Sin compromiso auténtico, no hay vocación, hay kleenex. Una vocación que no se mancha, que no se "pringa" no es auténtica vocación. 

  • Por último la ASPIRINA nos habla de alivio rápido y sintomático del dolor, del malestar, de lo que molesta… Además del dolor sintomático, es decir, la manifestación externa del dolor. No alivia la causa profunda, no es un alivio etiológico, del que va a la raíz de lo que te pasa. La vocación habla de afrontar el dolor, de crecer ante la adversidad y de agarrar la Cruz y seguir a Jesús, en definitiva de vivir la vida con intensidad y sin miedo al dolor que produce equivocarse, el considerar al dolor como gran maestro que enseña lecciones que el bienestar "absoluto y a toda costa" jamás podrá atisbar. 

Ojalá que este mes, y toda la vida, los educadores de mi cole cojamos entre las manos nuestro horno, nuestro pañuelo y nuestra Cruz, y ayudemos a descubrir a nuestros alumnos la felicidad de haber encontrado nuestra vocación. 

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