29 de febrero de 2016

La misión de educar en tiempos revueltos

 Reflexiones sobre educación y pastoral

 He tenido la suerte de ser invitado por EDEBÉ y Escuelas Católicas de Valencia a compartir una mesa redonda para reflexionar sobre Educación. Os dejo las reflexiones con las que abrí mi turno de intervención en las Jornadas Pedagógico Pastorales de Escuelas Católicas de Valencia. 


Bajo mi punto de vista me parece que el “slogan” de estas Jornadas es muy atractivo para cualquier educador en la fe, pero sobre todo para los que desarrollamos nuestra misión en clave pastoral en la Escuela. Y me explico mejor...

En tiempos revueltos
Empiezo por el final del lema: En tiempos revueltos.... creo que los tiempos revueltos son “el pan nuestro de cada día”. Claro que son tiempos revueltos, no voy a ser yo quien diga que estamos en un tiempo que no tiene aspectos negativos, corrupción, abusos, considerar a la persona como un producto de consumo, mala gestión emocional, una brecha económica abismal…

El problema está en que "lo revuelto" no nos gusta, o al menos es que no nos hace sentir cómodos… Pero nunca ha habido un tiempo tranquilo, o que no tuviera algo de “revuelto” en la Historia de la Iglesia ¿o eran más favorables los tiempos de Jesús? ¿o eran menos revueltos? ¿Y si miramos los tiempos de nuestros fundadores?... Y sin embargo ellos supieron aprovechar su tiempo para ofrecer algo diferente, algo que marcara la diFErencia. 

Este es el tiempo que nos ha tocado vivir, es nuestro Kairós, donde crecemos, donde nos desarrollamos, donde podemos llegar a ser lo que queremos ser y donde podemos ofrecer a nuestros alumnos todas las posibilidades. Nuestra labor es descubrir que este es el realmente el tiempo favorable (2Cor 6,2). 

Don Bosco, fundador de la Familia Salesiana, tenía unas intuiciones muy interesantes. Una de ellas nos recuerda que no hay que quejarse del tiempo en que vivimos, sino aprovechar todas las posibilidades que nos ofrece, especialmente si hace bien a los jóvenes. 

A pesar de lo revuelto y lo difícil nunca como ahora tenemos oportunidades para crecer y para hacer crecer a los alumnos. Nunca como ahora hemos estados tan comunicados ni el conocimiento ha tenido un acceso más democrático, nunca como ahora ha habido tantas libertades... es cierto que lo negativo no deja de existir, pero no podemos perder el optimismo y la alegría y como educadores examinarlo todo para quedarnos con lo bueno (1Tes 5, 21) y desde ahí tiene sentido la segunda parte del lema: educar.

Termino con una metáfora. Me gusta comparar este tiempo con un jardín. En un jardín podemos encontrar tres tipos de educadores: 
  • Los educadores "mariposa", que son los que van de flor en flor, "mariposeando", pasando por encima de la vida de los alumnos sin realmente cuidarlos y ayudarles a crecer.
  • Los educadores "escarabajo pelotero". Los escarabajos peloteros, se fijan sobre todo en la "porquería", en lo que está mal y se pasan el día haciéndola una bola, restregarla por todos lados y no levantar la vista para comtemplar las flores. 
  • Por último están los educadores "jardineros", que son los que pueden contemplar la belleza de cada flor (alumno) y cuidarla y mejorarla, incluso echando el abono que necesita. Esa es la clave. Jardineros. 


Educar
Todas las oportunidades que nos ofrece nuestro tiempo son ocasiones para acercarnos a ellos, para poder ofrecer un mensaje diferente. Educar lo es todo. El ser humano nace genéticamente depauperado, la herencia que recibe es mínima. No hay ningún ser tan inacabado como nosotros. Por eso necesitamos, es una exigencia, la educación. Lo que somos lo aprendemos no por instinto, sino por educación. Si la educación es auténtica y respetuosa, nos ayudará a ser la mejor versión de nosotros mismos. Y esa es la labor del educador: ser educador es ayudar a cada alumno, a cada persona que tenemos a nuestro cargo a ser la mejor versión de él o ella misma que puede llegar a ser. 

En ese sentido la Pastoral nos ayuda a cuidar una dimensión interior, una dimensión que puede quedar aislada o incluso atrofiada en algunas concepciones de educación que no contemplan este aspecto porque como dijo Piaget, la Inteligencia (también la espiritual) se desarrolla con la acción… ¡también la espiritual! Y es tan necesaria una buena educación que cuide “lo interior” porque nos hace muy diferentes de otros seres vivos: nuestra capacidad de darnos cuenta de quienes somos realmente, nuestra capacidad de religarnos y comprometernos con un ser que nos trasciende, nuestra capacidad de hacer un análisis interior para descubrir la naturaleza íntima de lo que somos e incluso encontrarnos habitados. 

Educar en todas las dimensiones, todas sus inteligencias, especialmente la espiritual, capacitándole para desarrollarse en cualquier escenario, en cualquier universo, confiando en sus propias capacidades. Y sin perder de vista esa inquietud por formar personas no sólo competentes sino solidarias. Quizá en estos tiempos revueltos es lo más grande que podemos ofrecer. Ante tantos malos ejemplos, ante la falta de ética, formar personas capaces de mirar a los demás para ayudar, para hacer más humano nuestro mundo. Es verdaderamente apasionante. 


Misión
Por último, la misión, porque educar es una misión que un educador creyente sabe situar adecuadamente, de nuevo esta misión, nos trasciende, porque va más allá de nosotros mismos. El mismo hecho de educar es trascendente pues cuando educamos a estos "habitantes del presente" (expresión de Francesc Torralba que me encanta) que son los alumnos, no podemos perder de vista que ellos son el futuro de la Iglesia y la Sociedad, el educador creyente, se da cuenta de que su misión tiene sentido ahora y en el futuro. 

Por eso educar se convierte en misión, que va unida inseparablemente a la vocación cristiana. Siempre que aparece una vocación, una llamada en la Biblia, lo es para hacer algo, para una misión. Llamados para ser enviados a educar en tiempos revueltos y tiempos de bonanza, a ser artistas y poder convertir el tiempo revuelto en tiempo favorable. 

Una persona creyente, una persona educadora tiene como misión el despertar la mejor versión de los alumnos, sin miedo a navegar en medio de la tempestad de estos tiempos 
revueltos pues aunque el Maestro parezca dormir, la certeza de su presencia en la barca de nuestra vida, es capaz de calmar cualquier tempestad interior (cf. Mc 4, 35-41).

Jesús M. Gallardo Nieto

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