En las Paraolimpiadas de Seattle (1992)
En el nombre del Padre…
Breve ambientación
Hay ocasiones en que no logramos sacar adelante lo mejor de nosotros mismos y lo mejor de la clase en la que estamos. A veces porque prevalecen los protagonismos… en otras, los malos rollos, el ver la diferencia como amenaza en lugar de riqueza o posibilidad. Y surge la competitividad… Cuentan que las Paraolimpiadas de Seattle (1992), sucedió un fenómeno que conmocionó a todos los presentes... Lo ofrecemos en formato vídeo y también el texto.
Para comprender mejor… Una historia real…
Hace algunos años, en las Paraolimpíadas, nueve participantes, todos con deficiencia mental o física, se alinearon para la salida de la carrera de los cien metros lisos. A la señal, todos partieron, no exactamente disparados, pero con deseos de dar lo mejor de sí, terminar la carrera y ganar el premio. Todos, excepto un chico, que tropezó y cayó, salió rodando y comenzó a llorar. Los otros competidores escucharon el llanto, disminuyeron el paso y miraron hacia atrás. Vieron al chico en el suelo, se detuvieron y regresaron... ¡Todos! Una de las chicas, con Síndrome de Down, se arrodilló, le dio un beso al muchacho y le dijo: "Listo, ahora va a sanar". Y todos entrelazaron los brazos y caminaron juntos hasta la línea de llegada. Todas las personas presentes en el estadio se pusieron de pie, catapultadas por la emoción. El largo aplauso que retumbó en Seattle en 1992, todavía se escucha al día de hoy.
Reflexión
Muchas veces no vemos que uno de los compañeros de clase necesita de nuestra ayuda para poder seguir adelante. En otras ocasiones, tampoco somos capaces de manifestar que necesitamos ayuda. Quizá tu meta sea sacar el curso... pero ¿y tus compañeros? ¿Están todos bien integrados? ¿Alcanzan las metas y objetivos trazados? ¿Trabajan en armonía y se comunican bien entre ellos? En nuestra clase, el éxito de todos es el éxito de cada uno. Pero el éxito individual, puede ser el fracaso de todos. Los discípulos lo entendieron muy bien, supieron rápidamente que la única forma de estar bien unidos era en torno a Jesús:
Lectura Bíblica: Lectura del Evangelio de Juan (Jn 15,4-5)
«Permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí solo, si no permanece en la vid, tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos: quien permanece en mí y yo en él dará mucho fruto; pues sin mí no podéis hacer nada.» Palabra del Señor
Oración
Ponemos el día en manos de María. Dios te salve, María...
María Auxiliadora de los Cristianos...